Según informa Marta Espartero en EL ESPAÑOL, balas, proyectiles, disparos. Alejandra decía que tenía miedo, que estaba inquieta, que no se sentía segura. No paraba de recibir dibujos amenazantes que predecían lo que, según ella, finalmente sucedió. Aunque 274 días más tarde se haya descubierto que no. Que quien mató al pequeño Dominique, su hijastro, fue ella.

Alejandra García Peregrino fue detenida este jueves como la principal sospechosa de aquel crimen que tuvo lugar el pasado 30 de agosto. Durante nueve meses, los agentes han descartado todas las hipótesis hasta dejar ante sí la escalofriante y desnuda verdad: que, con las pruebas que obraban en su poder, solo Alejandra lo podía haber asesinado al pequeño.

No sabía ella que ese estéril intento de mantener firme su coartada, su impunidad, sería lo que finalmente acabaría sentenciándola. Apenas unas horas después del fatal suceso, Alejandra entregó a la Policía Nacional unas supuestas amenazas en forma de dibujo que había recibido en el buzón de la vivienda en la que residía desde hace unos tres años junto a su pareja sentimental y padre de acogida de Dominique, Dani. Ella las relacionaba con el supuesto asalto que habían sufrido.

Ella, la única ‘testigo’

Se habló entonces de un supuesto ajuste de cuentas, de una banda que les perseguía por algún motivo desconocido. No había tal cosa. Ella decía que eran amenazas veladas que anticipaban el crimen. Los agentes dicen que ya entonces empezaron a dejar de creerla. A cercar la mira de la investigación sobre ella. La única testigo del asalto.

Alejandra, de 31 años, estaba al cuidado del pequeño Dominique en la tarde del 30 de agosto de 2017. Era pleno verano en el municipio alicantino de Elda. Las calles, repletas. Las terrazas, completas. El estío, haciendo de las suyas. En ese momento, Alejandra estaba embarazada de cuatro meses, un bebé fruto de su relación con Dani. Él, entrenador de atletismo diez años mayor que ella, era el padre en régimen de acogida de Dominique desde que éste tenía cuatro años.

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